Un reciente sondeo revela una curiosa paradoja en los hábitos culinarios modernos: mientras los jóvenes de la Generación Z son los más propensos a calificarse de “excelentes” cocineros, son también quienes poseen el repertorio de recetas más reducido. Esta confianza choca con la complejidad de la cocina tradicional, como la preparación de platos clásicos que requieren tiempo y paciencia.
Alta confianza, bajo repertorio
El estudio, realizado sobre una muestra de 2.000 adultos, exploró la aptitud culinaria entre distintas generaciones. Reveló que, de media, una persona puede cocinar 14 platos distintos siguiendo una receta y nueve sin ella. Sin embargo, estas cifras caen drásticamente en el caso de la Generación Z, que maneja solo 10 platos con receta y cinco de memoria.
A pesar de esta limitación, el porcentaje más alto de encuestados que se autodenominó “excelente” en la cocina provino de este grupo de edad, seguido de cerca por los Milenials. Parece que la confianza en los fogones es, hoy en día, una cuestión de percepción personal más que de experiencia contrastada.
De la patata asada a los huevos revueltos
Los platos que la mayoría de los encuestados, independientemente de la generación, se sienten seguros preparando (con o sin receta) son básicos como la patata asada, la tortilla francesa o los huevos revueltos sobre tostada.
No obstante, las ambiciones son altas. Las principales recetas que a los encuestados les gustaría dominar si fueran más atrevidos incluyen el pan casero, un fragante curry indio y el complejo solomillo Wellington. A pesar de estos deseos, la realidad es que la mitad de los participantes acaba cocinando los mismos platos semana tras semana.
La rutina y los artilugios de cocina
Cuatro de cada diez miembros de la Generación Z, confiados en su habilidad, admiten preparar el mismo plato varias veces por semana, un hábito que comparten con el 31% de los Milenials.
Cuando deciden variar, las motivaciones difieren: el 19% de los Milenials se ve impulsado por el deseo de probar nuevos utensilios de cocina, mientras que el 25% de la Generación Z sigue las tendencias que marcan las redes sociales. Ambas generaciones muestran un gran interés en usar una gama más amplia de artilugios y productos innovadores, como las sartenes “todo en uno” o los robots de cocina.
El desafío de la cocina tradicional: El estofado de jabalí
Esta tendencia hacia la inmediatez contrasta con la riqueza de la cocina tradicional, que a menudo queda fuera del repertorio de los más jóvenes. Un ejemplo claro es el estofado de jabalí, un guiso de cazadores ideal para los días fríos de invierno. Este plato, perteneciente a la cocina tradicional, requiere una preparación meticulosa que dista mucho de seguir una tendencia viral.
La paciencia de la maceración
La elaboración de este guiso comienza con una preparación que requiere planificación. Se necesita 1 kg de carne de jabalí, 3 patatas medianas, 1 pera blanquilla, 1 manzana Golden, 1 zanahoria, media cebolla grande, un atadillo de hierbas aromáticas, aceite de oliva, media botella de vino tinto y una hoja de laurel, además de sal y pimienta.
Primero, la carne se trocea en dados y se dispone en una cazuela, preferiblemente de barro. Se añaden las manzanas y las peras (peladas y troceadas), las zanahorias (en rodajas) y la cebolla (en trozos irregulares). Se incorporan las hierbas y se cubre todo con el vino. La cazuela se tapa y debe dejarse macerar en un lugar fresco, o en el frigorífico, durante dos días completos.
La cocción del guiso
Transcurrido el tiempo de maceración, se cuela el contenido, reservando el vino. De los sólidos, se separa la carne por un lado y las zanahorias y la cebolla por otro, desechando las frutas y las hierbas.
En una cazuela de barro al fuego con aceite, se rehoga la carne. Una vez bien rehogada, se le añade el vino de la marinada, junto con las zanahorias, la cebolla y la hoja de laurel. Cuando rompa a hervir, se baja el fuego y se deja cocer tapado, a fuego lento, entre 45 minutos y 1 hora, hasta que la carne esté tierna. Si el caldo se reduce en exceso, se puede añadir agua caliente.
Cuando la carne esté lista, se añaden las patatas “cascadas” (iniciando el corte con el cuchillo y rompiendo el trozo con un giro) para ayudar a espesar la salsa. Opcionalmente, se pueden añadir guarniciones de temporada como níscalos (rovellones), guisantes o alcachofas. Se salpimienta al gusto y se deja hervir a fuego lento al menos media hora más para que el guiso espese.
Nutrición y contratiempos en la cocina
El jabalí, aunque de la familia del cerdo, ofrece una carne rica en proteínas pero con menos grasa y una textura más dura, lo que justifica los largos tiempos de cocción. Su combinación con frutas como la pera y la manzana, ricas en fibra y azúcares simples, es habitual en las carnes de caza. No obstante, se advierte que las personas con gota no deben consumir carne de caza en exceso, ya que puede aumentar los niveles de ácido úrico.
Este tipo de recetas complejas también aumenta el riesgo de contratiempos, un problema que une a todas las generaciones. El 77% de los encuestados admite haber sufrido algún percance en la cocina que les ha desanimado. Los errores más comunes incluyen quemar la comida o quemarse a sí mismos, darse cuenta a mitad de la preparación de que faltaba un ingrediente crucial o ensuciar tanto que la limpieza posterior resultó eterna.
Otros fallos habituales fueron leer mal la receta (14%), sazonar en exceso hasta hacer el plato incomible (11%) o que el recubrimiento antiadherente de una olla o sartén se desprendiera sobre la comida (8%).
Un portavoz de Circulon, la marca asociada al estudio, concluyó: “Parece que estamos atascados en una rutina culinaria. Y la falta de confianza en nuestros utensilios de cocina contribuye claramente a la falta de confianza general. No deberíamos tener que preocuparnos de que nuestras herramientas nos fallen, ya que eso se interpone en el camino de la verdadera creatividad”.

